31.3.08

Nunca digas nunca, pero...

Todos los días, cuando me siento en la redacción a escribir las tres notas que religiosamente me tocan y justo antes de poner un dedo sobre el teclado, me pregunto, “¿Como qué periodista me gustaría ser?” Peruano, digo.

Confieso que hace algunos años lo tenía más claro. Quería ser como César Hildebrant con la pluma de Bruno de Olazábal.

Ahora no estoy tan segura, porque a diferencia de César Hildebrandt, me gustaría, cuando sea grande, tener un trabajo tranquilo en la medida en que este oficio puede ser tranquilo sin tener que lidiar con lo “cómodo”.

Sigo pensando que me gustaría escribir como De Olazábal, pero también como Beto Ortiz y como Jaime Bedoya, con la precisión de los editoriales de Alvarez Rodrich, con la información de Rosa María Palacios, pero nunca con la necedad de Aldo Mariátegui.

En fin. A lo que me refiero es a que una anda siempre buscando referentes y enviciándose con los escritos de aquellos a los que por timidez no llama colegas.

Y hoy recordaba que como no pude ir a la presentación de “Rajes del Oficio 2”, una amiga me contó los chismes, y el más simpático (y, por cierto, no era un chisme) fueron las palabras de Beto Ortiz. Obviamente no lo recuerdo con exactitud, pero iban más o menos así: “Hildebrandt no quiso venir para no encontrarse con Ampuero, y con la Chichi, Ampuero no quiso venir para no encontrarse con Ortiz, y con la Chichi, Bedoya no quiso venir porque todo esto le llega al pincho, Gorriti no quiso venir para no encontrarse con sabediosquién, yo no sabía si venir porque no me acuerdo con quiénes estoy peleado y tal y tal…”

¿Por qué ocurre una cosa así?

Primero, pienso que en el periodismo todos están destinados a pelearse, por lo menos los más “notorios”. Pero no pues, ¿por qué?.

Y recuerdo que alguna vez hice un recuento de todas las viejas glorias de Caretas, y casi todos están peleados.

Es una cuestión de egos, y mi ego no cree estar equivocado con esto. Los han (o hemos, quizás) endiosado tanto que ahora todos se han tomado taaaaan en serio y son todos taaaan infalibles, que bueno pues… dos soles no pueden brillar en el mismo cielo. Y menos en un cielo tan opaco y gris como el nuestro de cada día.

¡Ni nuestro sol brilla! Y ellos ya se computaron la estrella de Belén, a la que todos deben seguir para conocer a Dios. ¡Por favor!

Por esto, esta misma noche yo me propongo lo siguiente:

  • Jamás me tomaré tan en serio como para creer que todos están equivocados menos yo.
  • Jamás me indignará que algún colega contradiga mi opinión.
  • Jamás pensaré que gracias a mí, un candidato podría ganar una elección (o perderla).
  • Jamás dejaré de estar del lado del que no tiene voz.
  • Jamás diré de ningún ex jefe mío que yo le daba de comer.
  • Jamás trataré de convertirme en noticia.
  • Jamás firmaré un libro escrito por otro.
  • Jamás me creeré la cagada.

    pero sobre todo...

Jamás me tomaré demasiado en serio ninguno de mis jamases, porque nada hiere más el orgullo que un escupitajo en el ojo.

Eso sí: Lo intentaré hasta irme de dientes con alguna malvada realidad en la que yo ya no quiera ser periodista.


1 comentario:

Anónimo dijo...

1. Demasiada información para tratarse de un practicante.

2. Los periodistas no se pelean porque piensen distinto. No conozco un sólo caso. La ideología esta en la superficie. Se pelean porque usan la ofensa personal, el agravio al ser humano, no al periodista. Y eso termina con muy buenas amistades con mucha rabia para una de las partes y en el fondo, tristeza para la otra. Y cada vez que puedan intercambiaran mas y mas adjetivos.
Si no quieres ser parte de esto NO contestes jamás un agravio en público. Hazlo en privado. Llama directamente a quien te ofendió y resuelvelo. Si no reconoce su falta o no tiene interés en resolverlo corta esa relación para siempre. Así de simple.

Un consejo de un periodista de esos que dices admirar.

 
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