4.4.08

Sosa y yo



Fue muy divertida la captura de Sosa. Cuando mi jefe me ordenó que me moviera a la comisaría de Barranco y me dijo “Han capturado al último Colina”, la verdad, me cagué de la risa y dije “Qué tal huevón”.


Es que, por desinformada, me sonó totalmente ridículo. Yo no sabía que Sosa estaba en el Perú. Además me parecía estúpido. Siete años en la clandestinidad y ¿justo ahora lo atrapan? Además, ¿en la comisaría de Barranco? Tenía toda la pinta de una de esas bolas que corren de canal en canal, de redacción y redacción, una bola que ha rodado tanto que ya ni siquiera se sabe quién fue el primero en decir “Colina”.

Llamé a personas confiables para que me confirmen semejante pepa, y lo hicieron.
Descoordinaciones de mi mesa a un lado, mediante llamadas compulsivas a mis colegas logré llegar al lugar donde Jesús Sosa Saavedra estaba detenido.

Cuando recién lo sacaron para Medicina Legal, un camarógrafo zorro le preguntó por Fujimori.
--¿Fujimori sabía de Colina?
Sosa asintió con la cabeza.
Luego lo que todos vimos,
--Voy a hablar, quiero hablar, voy a hablar. Fujimori no sabía nada del Grupo Colina, el destacamento existió, Martin Rivas miente y lo voy a demostrar, Montesinos daba las órdenes, etcétera.
Justo ahora. Conveniente, ¿no?

Ojalá que lo citen al juicio a Fujimori, por esas cosas de que luego los Fujimoristas se ponen a llorar como nenitas con eso de la persecución política y los caviares y no sé qué tanta cojudez con la que les encanta ponerse de víctimas.

Al margen de todo lo importante, me gustó esa comisión, me gustó tener la suerte de poder hacerla yo.

Pero lo más divertido fue llegar a la redacción y darme cuenta de que el ochenta por ciento de la gente que trabaja conmigo no tiene ni la más puta idea de quién era Sosa.

Es divertido porque alimenta mi certeza de que trabajo con puros huevones. O con puros ociosos que nunca leyeron ni un solo libro sobre el tema. Osea, si ya no lo hicieron en la universidad, piña pues. Pero mínimo una miradita cuando extraditaron al chino japonés. Digo, no?

31.3.08

Nunca digas nunca, pero...

Todos los días, cuando me siento en la redacción a escribir las tres notas que religiosamente me tocan y justo antes de poner un dedo sobre el teclado, me pregunto, “¿Como qué periodista me gustaría ser?” Peruano, digo.

Confieso que hace algunos años lo tenía más claro. Quería ser como César Hildebrant con la pluma de Bruno de Olazábal.

Ahora no estoy tan segura, porque a diferencia de César Hildebrandt, me gustaría, cuando sea grande, tener un trabajo tranquilo en la medida en que este oficio puede ser tranquilo sin tener que lidiar con lo “cómodo”.

Sigo pensando que me gustaría escribir como De Olazábal, pero también como Beto Ortiz y como Jaime Bedoya, con la precisión de los editoriales de Alvarez Rodrich, con la información de Rosa María Palacios, pero nunca con la necedad de Aldo Mariátegui.

En fin. A lo que me refiero es a que una anda siempre buscando referentes y enviciándose con los escritos de aquellos a los que por timidez no llama colegas.

Y hoy recordaba que como no pude ir a la presentación de “Rajes del Oficio 2”, una amiga me contó los chismes, y el más simpático (y, por cierto, no era un chisme) fueron las palabras de Beto Ortiz. Obviamente no lo recuerdo con exactitud, pero iban más o menos así: “Hildebrandt no quiso venir para no encontrarse con Ampuero, y con la Chichi, Ampuero no quiso venir para no encontrarse con Ortiz, y con la Chichi, Bedoya no quiso venir porque todo esto le llega al pincho, Gorriti no quiso venir para no encontrarse con sabediosquién, yo no sabía si venir porque no me acuerdo con quiénes estoy peleado y tal y tal…”

¿Por qué ocurre una cosa así?

Primero, pienso que en el periodismo todos están destinados a pelearse, por lo menos los más “notorios”. Pero no pues, ¿por qué?.

Y recuerdo que alguna vez hice un recuento de todas las viejas glorias de Caretas, y casi todos están peleados.

Es una cuestión de egos, y mi ego no cree estar equivocado con esto. Los han (o hemos, quizás) endiosado tanto que ahora todos se han tomado taaaaan en serio y son todos taaaan infalibles, que bueno pues… dos soles no pueden brillar en el mismo cielo. Y menos en un cielo tan opaco y gris como el nuestro de cada día.

¡Ni nuestro sol brilla! Y ellos ya se computaron la estrella de Belén, a la que todos deben seguir para conocer a Dios. ¡Por favor!

Por esto, esta misma noche yo me propongo lo siguiente:

  • Jamás me tomaré tan en serio como para creer que todos están equivocados menos yo.
  • Jamás me indignará que algún colega contradiga mi opinión.
  • Jamás pensaré que gracias a mí, un candidato podría ganar una elección (o perderla).
  • Jamás dejaré de estar del lado del que no tiene voz.
  • Jamás diré de ningún ex jefe mío que yo le daba de comer.
  • Jamás trataré de convertirme en noticia.
  • Jamás firmaré un libro escrito por otro.
  • Jamás me creeré la cagada.

    pero sobre todo...

Jamás me tomaré demasiado en serio ninguno de mis jamases, porque nada hiere más el orgullo que un escupitajo en el ojo.

Eso sí: Lo intentaré hasta irme de dientes con alguna malvada realidad en la que yo ya no quiera ser periodista.


 
Wikipedia Affiliate Button
BlogsPeru.com